lunes, 29 de diciembre de 2008

Dos.


En la soledad que yo elijo no existen domingos grises ni camas de cristal.
En la soledad que yo elijo no hay vacíos para llenar ni lagrimas por derramar.
En la soledad que yo elijo las horas muertas pasan llenas de minutos para contar.
En la soledad que yo elijo el aire no me asfixia, no hay metas para llegar ni caminos sinuosos por atravesar.
En la soledad que yo elijo uno mas uno es dos y no dos almas a la par.
En la soledad que yo elijo la danza se baila sola y no hay paso doble para armar.
En la soledad que yo elijo no hay sueños que pensar ni noches tristes que recordar.
En la soledad que yo elijo busco el encuentro de esa soledad que no me pertenece.

martes, 16 de diciembre de 2008

Retrato.


Un día salio de todo y escribió desde adentro.
Pudo ver más allá de esa contaminación que tanto la acechaba.
Se encontró así misma luego de arduos años de búsqueda. Se miro al espejo y por primera vez se sintió capaz. Estaba más bella que de costumbre y sin embargo sus rasgos denotaban cansancio. Las lágrimas salaban sus mejillas, ese recorrido ondulante que muere en lo más profundo de sus labios.
No estaba más alta ni más grande pero la madurez que emergía desde adentro la hizo parecer de mucho más edad. El largo camino recorrido quedaba dibujado en las palmas de sus manos, aquellas manos de piel curtida y uñas escamadas, de dedos amarillos consecuencia de la nicotina fiel compañera de tardes en soledad.
Un profundo suspiro, el volar de aquellos tiempos de angustia que acongojaban el pecho y no dejaban respirar. Un recuerdo lejano, un clima nostálgico que atravesó sus cabellos y erizó su piel.
Un día más diferente a los demás.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Con los zapatos viejos buscas el amor.



Es la misma suela gastada de tanto andar por caminos sinuosos la que pisa una vez mas aquello que parece el comienzo de lo esperado. El andar es lento y cansino. El andar chueco del taco pasado de polvo y mas corto de un lado que del otro. El andar que siempre es el mismo y es por eso que siempre arriba al mismo lugar.
Los pies algo hinchados, algo dolosos, algo inhumanos, se funden con los zapatos viejos que buscan el amor. Es la costumbre que los abraza. Es la negación a lo diferente y a lo no conocido. No querer cambiar por temor a fracasar. No! a las posibles llaguitas del nuevo calzado.