sábado, 15 de noviembre de 2008

Locura Ordinaria


Había pensado tanto que ya me dolía la cabeza. Al fin de cuentas sabía que en algún punto iba a tocar fondo, estallar y mandar todo a la mierda.
Siempre fui un tipo racional. La palabra justa, en el momento justo, nada de más ni de menos. Demasiado calculador. Hasta frío, tal vez.
¿Para qué?, para que un día con la persona que menos esperaba rompiera ese escudo protector que tanto años me había costado construir.
Todavía no entiendo de donde salieron esas ganas absurdas de vomitar la verdad; supongo que estaba harto de estar enamorado.
Era una lucha constante contra mí, mis valores, mis temores pero sobre todo contra mis cojones. Sabía que el rumbo que podrían tomar las cosas era muy diferente al mundo imaginario que inventaban mis vigilias.
Tomé el teléfono y lo llamé a su casa. Fue un momento en el que mi paciencia se agotó, tenía unas cuatas copas de más y algún que otro cigarrillo que dan risa.
Me atendió sorprendido, hacía tiempo ya de esa mañana en la cual me mostró su piel y disipamos nuestra locura ordinaria.
“Tengo que verte, te espero en donde siempre,” fue todo lo que le dije.
Era un sábado, 25 de Mayo si mal no recuerdo, una noche fría, con cierto aire denso y calmo a la vez.
Estaba en la puerta esperándome, era costumbre llegar tarde, nunca fui un tipo puntual.
Su mirada esta fija en el piso, lo noté distraído y confundido a la vez, creo que ambos no teníamos ni idea de los que estábamos haciendo allí.
Entramos perdiéndonos en la multitud. Tomamos un par de copas, unos tragos y a bailar.
En medio de la noche estaba la gente de siempre, salvo por unas caras nuevas que no pensábamos encontrar.
Le dije que lo amaba y se hecho a llorar. Luego me pego una cachetada y puso las cosas en su lugar.

Espina Daniela.

No hay comentarios: